sábado, 24 de septiembre de 2011
Reconozco este día. Ya he vivido muchos como este anteriormente. Es uno de esos días en los que nada te apetece, y sientes como te consumes por dentro. Hasta que de pronto algo te apetece... ya sea comer una determinada comida, ver a una determinada persona, ponerte una ropa determinada o ver una determinada película. Pero lo realmente malo de estos días no es que solo te apetezca una cosa, sino que esa comida se habrá acabado, esa persona estará fuera, esa ropa estará secándose y no podrás ver esa película. Lo realmente malo es ese sentimiento que te entra al creer que has encontrado la solución a tu problema, para darte cuenta después de que esa solución no existe. Esa miel en los labios. Esa felicidad casi alcanzada...