lunes, 2 de julio de 2012

No temo a la muerte. La muerte es solo un paso más en mi camino. Es el paso en el que abandono toda vitalidad restante en mi alma para asi adentrarme en el inframundo. Pero aun así, no temo. El temor es disipado por el deseo de ver tu cara de nuevo.

Y allí estabas, cumpliendo tu promesa al fin y al cabo. Dos años después de tu muerte, y minutos despues de la mia, nuestras almas se reencontraban. Entonces, según lo acordado, pronunciaste esas dos palabras, esas ocho letras por las que valía la pena pasar el resto de la eternidad en aquellas fraguas. Solo después de esto, soy capaz de afirmar que ha valido la pena viajar al infierno para conocer a un ángel.