—¿Por qué siempre haces lo mismo?
+ ¿El qué?
—Huir sin decir nada.
+ ¿Y tú por qué me sigues si estoy huyendo? Podría hacerte daño.
—¿Más? Hasta el ruido de la ciudad me recuerda a ti, pero siempre supe que huirías.
+ ¿Por qué?
—Porque te hice ver que quería que te quedaras. Pero ya da igual, siempre será una historia diferente que contar, de esas que duran poco pero son sorprendentes, y si durasen más dejarían de serlo.
+ Espero no arrepentirme de esto.
—Yo también espero que no lo hagas, al fin y al cabo somos demasiado parecidos como para enamorarnos. Ahora todo es diferente, debes entenderlo. Has de saber que olvidar a alguien no significa dejar de quererle, y seguiré esperando que aparques debajo de mi casa, porque las historias no terminan hasta que no se pone un punto y final, y tú ni siquiera has puesto un punto y coma.
