Es de noche, se escucha el sonido de la lluvia, como todos los días desde hace una semana... Todo está oscuro, por alguna razón la calle no está iluminada. Y allí está ella, Jane. Está empapada pero aun así está guapísima, me dijo que esta noche lo estaría y lo ha cumplido. Su belleza se desvanece cuando mi vista se nubla y caigo al suelo. El frío me invade, y a pesar de que cae la lluvia, no siento su caricia en mi piel, solo escucho como choca contra el suelo, es lo único que puedo escuchar.
¿Este es el fin? ¿Todo acaba aquí, bajo esta lluvia, bajo esta noche, escuchando los gritos de Jane? Es cierto, Jane está gritando, no conseguía escucharla... Lo siento Jane, si pudiera correría hasta ti y te prometería que este no es el fin, pero mi cuerpo no me responde.
Las gotas me hacen recordar el día en que te conocí. Aquel lluvioso día de septiembre, ese fue el primer día en que te vi, y puede que este sea el último.
Mis recuerdos consiguen cerrar mis heridas, me dan fuerzas y esperanzas. Ahora tengo la fuerza suficiente, ahora puedo levantarme, ahora puedo verte con claridad. Sigues delante de mí, gritando, y yo ya estoy de pie. Doy un paso y veo un charco rojo debajo de mí, es mi sangre mezclada con la lluvia, y a cada paso ese charco se hace más grande. Pero no me importa, necesito abrazarte Jane. Nos separan unos metros, pero creo que puedo conseguirlo. A pesar de la lluvia consigo ver que estas llorando, nunca te había visto tan triste Jane, tranquila, nunca te abandonaré.
Giro mi cabeza hacia atrás y le veo a él, es Tim. Recuerdo cuando llegaste a casa hace un mes diciéndome que había alguien nuevo en tu oficina, alguien extraño y que te miraba de una forma rara, era Tim. Al cabo de una semana me contaste con vergüenza que ese chico te había enviado una carta de amor, los dos creímos que estaría bromeando.
El arma sigue en su mano. Tim sigue mirándome mientras se ríe. Vuelvo a mirar al frente y Jane corre hacia mí. Tim sale a su encuentro y consigue alejarla de mí. Yo doy otro paso más y la lluvia cada vez es más pesada, cada vez más... Entonces Tim aprieta el gatillo por tercera vez. Esta vez hiere mi brazo izquierdo y caigo de rodillas. Miro al oscuro cielo. ¿Por qué tiene que pasarnos todo esto Jane?
Solo quería estar contigo... poder abrazarte todas las mañanas como siempre hago, pensar en qué puedo decirte para que me enseñes esa magnífica sonrisa, pensar cada día una nueva forma de enamorarte, y también sentir como lo consigues tú. Me enamoras cada mañana, día tras día, noche tras noche.
Algo sangra en mi interior. No son las heridas causadas por Tim. Son otro tipo de heridas... me cuesta respirar. Miro a Jane y entonces lo sé, esa herida es mi corazón muriendo al ver tu cara de dolor. Al darme cuenta de que jamás te volveré a ver. Al saber que no podré cumplir la promesa de hacerte feliz. Jane... ¿Serás capaz de perdonarme por no estar contigo?
Ahora solo una cosa ronda mi cabeza, la idea de que Tim pueda hacer lo mismo contigo... Por favor, si este es mi último suspiro, quiero pedir que no le pase nada, para mí eso sería peor que la muerte. La risa de Tim se apaga, los gritos de Jane se extinguen y ya no escucho la lluvia caer... Pero veo como Tim mueve su dedo y aprieta nuevamente el gatillo.
Te quise, te quiero, y siempre te querré... Jane.