domingo, 23 de junio de 2013
Hay personas que gritan de dolor sin apenas decir nada. Esas personas que esconden sus sentimientos, que no desean compasión ni
ningún trato especial. O que tal vez saben que por mucho que gritasen, nadie
les escucharía. Y es que es fácil ver las lágrimas de una persona pero, sin
embargo, muy pocos pueden ver un alma rota. Un alma que odia o ama con todas
sus fuerzas. Un alma que sufre, que siente, que desearía que las cosas fueran
distintas. Un alma que extraña, que desea y que anhela. Un alma que quiere
ayudar pero no sabe cómo. Un alma que no quiere seguir viviendo o que tal vez
es lo que más desea en este mundo. Un alma que no ve el final del camino, o que
ni siquiera ve el principio. Un alma que se siente humillada, infravalorada,
detestada. Un alma que por circunstancias de la vida, por esto y por aquello,
no es feliz... y a pesar de todo esto, lo peor que tienen esas almas es que
ignoran que son hermosas y bellas, que son necesarias, que posiblemente valgan
más que tú y que yo, que son capaces de todo, que esconden una fuerza brutal
esperando a ser encontrada, esperando a que un día se despierten y digan "Voy a cambiar mi mundo" y lo hagan, y no olvidarán ese día, nunca,
jamás... pues ese día, por fin, habrán empezado a vivir.