lunes, 25 de noviembre de 2013

Confiar en alguien ciegamente es uno de los mayores actos de fe que se puedan encontrar, mayor incluso que el de las religiones, ya que desconfiamos de otras personas por naturaleza. Es un vínculo tan fuerte como difícil de conseguir. Es ver por sus ojos, saltar al vacío sin saber si hay red solo porque esa persona te ha pedido que lo hagas. En algunas ocasiones esa red en realidad no existe y después de algo así es complicado volver a confiar en alguien, pero la sensación que se tiene en la caída es indescriptible… sin duda en mi caída yo tenía una sonrisa en la cara. Por eso, como cualquier otro masoquista que aún tiene fe en las personas, saltaría de nuevo si tú me lo pidieras.